jueves, 17 de noviembre de 2011

Reflexiones preelectorales

Ojalá cambiase algo mi voto.

No me malinterpretéis, voy a votar. Sigo, a día de hoy, sin tener decidido mi voto, a medio camino entre el convencimiento de que mi única aportación posible a la "democracia" española (oh, sí, el importantísimo VOTO) tal vez sea más útil confiando en un partido con una maquinaria más rodada, y que puede buscar pequeños cambios desde el sistema, y la ilusión y las ganas de un partido nuevo y que acaba de nacer y en el que sé, de muy buena tinta, que las cosas se hacen con honradez, con ilusión y con todas las ganas para tratar de cambiar el sistema con savia nueva.

Es curioso, no obstante:

Estas son, obviamente, las elecciones de la crisis: Una crisis que no creamos nosotros, aunque se formó a nuestro alrededor sin que moviésemos un dedo, pero que nos estamos comiendo con toda su crudeza (y me temo que queda lo peor).

Son también estas las elecciones en que estoy más convencido de que mi voto no vale una mierda. Es duro de decir, pero real: Que le pregunten a italianos, griegos, irlandeses, etc... Y lo que queda. Estamos gobernados por eso que llaman "mercados", y que han visto como alimentando el sistema capitalista este, cuando está cerca de reventar, no ha resultado en una explosión que se los haya llevado por delante (al menos de momento), sino en todo lo contrario: Ponen y quitan Gobiernos. Los mismos Gobiernos a los que alimentaron y azuzaron para seguir ascendiendo en una escalada de codicia capitalista, son los que ahora se ven arrinconados y no les queda otra que claudicar ante los grandes poderes económicos.

Estas son, por tanto también, las elecciones del descontento. Del descrédito por la "democracia" que nos imponen; del hastío ante la impunidad con que ciertos politicuchos campan a sus anchas; del desprecio que siento hacia ciertos medios de comunicación (la mayoría) que manipulan y dirigen a la masa hacia lo que ellos defienden; del asco ante el bipartidismo elevado a la enésima potencia que nos intentan imponer a fuerza de taladrarnos la cabeza y de imponer restricciones al resto de partidos "minoritarios"; del rechazo ante una Ley Electoral manifiestamente INJUSTA; y así podría seguir...

Y sin embargo, estas son las elecciones del 15M, movimiento con el que me siento plenamente identificado, y en el que he participado al menos en parte, y que desde luego es la mejor noticia de todo 2011. Aún hay glóbulos rojos debajo de la horchata española. Aún hay esperanza en la gente.
Podemos asustarles, y eso lo vimos la semana del 15 al 22 de mayo.
Y en mi opinión, eso significa que podemos cambiar las cosas. Que DEBEMOS cambiarlas. Y que ya está bien de dejar que nos manipulen. Tenemos que leer, que pensar, que discutir, ver, escuchar y aprender de todos, piensen o no como nosotros. Y entre todos tenemos que actuar. El cambio empieza en cada uno de nosotros.

Así que el domingo no te quedes en casa melón. Te da tiempo de sobra a ver el fútbol después de ir a votar.
Sí, es pequeño el margen de actuación que el voto nos deja, pero no por ello debemos desaprovecharlo. Pequeños gestos como votar en conciencia son los que harán que el cambio empiece a tomar forma.

Porque se avecinan malos tiempos. Muy malos. Y cuando tu hijo en un futuro te pregunte qué pasó en estos años y qué hiciste tú por cambiarlo, al menos te gustará poder mirarle a los ojos y decirle que intentaste cambiar las cosas a tu manera. ¿O no?.

Juanra.